Después de tanto, hoy solamente me quedan ganas de agradecer y valorar a esas personas que me llenan, y que estan ahí queriendo saber cómo estoy. Esas que viven cada momento mío, como si fuese suyo. Por fin empiezo a entender de qué se trata todo esto. Dejar de presionarme tanto y vivir más. Bajar un cambio y tomar esas cosas que uno escucha para seguir adelante. Alguien que te abre los ojos, te puede enseñar que la estás pifiando, que capaz no es la primera vez que lo habías escuchado, sino que ya son dos veces que te lo dicen. Y choca. Es duro acostumbrarse, más duro todavía es desacostumbrarse. Pero cada cosa tiene su tiempo y forma. No se puede forzar sino es el momento. Por eso, hoy me relajo y miro para adelante. Pienso un poco más en mí y veo qué está pasando. Dejo de presionarme y empiezo a vivir mis 20 años con una postura totalmente diferente. Este año fue el año que más cambios tuve en mi vida. Algo de todo esto tengo que sacar. Aprendí muchas cosas y las sigo aprendiendo. Por suerte fue un año muy positivo. Pude adaptarme bien a esos cambios. Y creo también que se llama madurez. Como lo dije en la otra entrada, siento que estoy pasando por una de esas etapas. Pero hay que sonreírle a todo esto. ¡Como me gusta sonreir y reirme! Tendría que ponerlo un poco más en práctica. Voy a empezar a ver lo positivo, y dejar de enroscarme tanto, lo prometo. Me cansé de hacerme tanto mal innecesariamente. Tengo muchos motivos para ser feliz y estar orgullosa de la vida que tengo.
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