Llegué a la estación Uruguay de la línea B con destino a Los Incas, y menos mal que el turno era 19.30 hs y me bajaba en la estación Medrano.
Dejé pasar ("dejé" pasar) 5 subtes. CINCO. Por el simple motivo de NO ENTRAR ni a los empujones. Pensar que quedaba asombrada cuando veía a los chinitos ( ,japoneses o coreanos) que empujan a la gente en el subte para que entren más. Mi cara de frustración por llegar siempre a una compuerta y quedarme del lado del andén unas 5 veces fue motivo de risa y mirada cómplice por parte del vendedor de revistas, que me había visto en mis 5 intentos por subir. Y había visto la transformación de mi cara a medida que pasaba el tiempo. Por suerte no tengo un cuerpo gigante así que al sexto subte me metí en un mini hueco al lado de la puerta. Motivo por el cual fui aplastada constantemente por la entrada y salida de la gente. Sin contar que delante mío tuve a una chica de gran contextura física que para evitar mi asfixia tuve que decir un fuerte: AIIIIIA.
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